viernes, 14 de abril de 2006
¡Quién dijo que era facil!
Hay quienes logran amar con entrega absoluta, sin reservas y sin temores, sin preguntas y siempre con miles de respuestas, bienaventurados y afortunados ellos. Porque en contrapeso, existen otros para quienes amar se convierte en toda una faena digna del mejor torero. Son aquellos, que se reservan todo para evitar el dolor, que es inherente al amar. Quienes cargan la pesada cadena de las dudas y se tragan sus propias incógnitas asumiendo que así no muestran debilidad y llevan el control de las relaciones o seudorelaciones a las se enfrentan. Aquellos que entregan el corazón a medias por miedo a salir de sus estados de comodidad.
Para amar, hay dejar el rechazo y la negación, simplemente hay que aceptar que no se es infalible y que se puede perder la razón y la dignidad por el corazón que se enferma de pasión.
Para amar hay que simplemente dejar que los sentidos se entreguen en una danza sin tiempo y sin espacio en el que se encuentran y desencuentran los cuerpos y las cargas, a través de un rito en el que se tienen los ojos cerrados y los brazos abiertos.
Que sea esta una invitación a descubrir las facetas del amar y del soñar, para mañana, pasado y para mil vidas más, en las que confiemos, entreguemos, amemos y podamos ser.
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